La creatividad de los jóvenes nos pide que le abramos la puerta. Cinco meses han pasado en nuestro país desde que se hizo oficial el confinamiento por la pandemia mundial COVID-19. Ya nos llevaban ventaja otros países en este tema, pero, aun...
La creatividad de los jóvenes nos
pide que le abramos la puerta.
Cinco meses han pasado en
nuestro país desde que se hizo oficial el confinamiento por la pandemia mundial
COVID-19. Ya nos llevaban ventaja otros países en este tema, pero, aun así,
nuestra sociedad no alcanzó a prepararse para recibir, lidiar y mucho menos
enfrentar los múltiples desafíos que el COVID nos trajo.
Han surgido muchas
vertientes para analizar al alrededor de este tema. Desde los daños a la salud
que ocasiona haber padecido la enfermedad, hasta las posibles secuelas después
de haberla superado; si es que se supera. Desde el impacto económico mundial,
hasta las múltiples habilidades que las personas hemos desarrollado para
mantener nuestras actividades cotidianas vigentes en el mundo laboral y/o
académico. Desde los esfuerzos sobrehumanos que realizan los servidores de
salud, hasta la irresponsabilidad de una parte de la sociedad que sigue ciega
por voluntad propia. En fin, así puedo mencionar tantos ejemplos para analizar
de esta situación, pero creo que lo rescatable es que nos hemos dado cuenta de
las posibilidades infinitas que teníamos y que tenemos ahora para salir
adelante, así como de la inmensa capacidad del ser humano para adaptarnos a
todo tipo de circunstancias. Hemos visto como los niños y los jóvenes han
demostrado en este periodo de pausa que pueden manejar templanza, que pueden
ser pacientes y sobre todo han abrazado la importancia de aprovechar el tiempo.
Como adultos responsables
de la formación de los adolescentes considero que hay un aspecto muy importante
que debemos tener presente para acompañarlos durante este confinamiento, el
cual es impulsar en ellos el uso de la creatividad. Si bien sabemos que los
jóvenes durante el periodo de la adolescencia liberan su creatividad hasta los
alcances más impensables, es en este momento y en estas circunstancias cuando
tenemos la oportunidad de abonar a dichas capacidades. La manera más viable
para nosotros como académicos es darles la confianza de integrar los
conocimientos adquiridos con el uso de sus propios recursos creativos; es una
herramienta pedagógica muy efectiva, que no solo logra los aprendizajes esperados,
sino que también mejora el ánimo de los jóvenes: ¡los ayuda a sentirse felices!
Al
margen de toda la vorágine de emociones propias de la edad, los adolescentes esperan
tener una guía dentro de esta situación, una guía que puede aparecer de manera
intangible, simplemente motivándolos a exponer su propia creatividad, y que de
esta manera se encauce el estrés, la incertidumbre, la esperanza y las
motivaciones que en ellos persisten en estos momentos.
Los jóvenes no ven las situaciones
como los adultos, las ven mejor. Solo basta con darles la confianza. Es lo
único que necesitan para volar.